Breve historia de Marx
A Karl alguien le hizo creer
desde muy chiquito que era muy inteligente. Seguramente su papá, pero no fue el
único.
Como a Lenín, como a tantos
en esa época, la universidad y la adolescencia lo cambiaron.
Estaba de moda Hegel en ese
momento. En Alemania principalmente.
Y por lo tanto, la
presentación del individuo como alguien que debía ser genio. Ser Alguien.
(Cuando la moda llegó a
Rusia, Dostoievsky escribió Crimen y Castigo, el dolor de intentar ser
Napoleón.)
Carlitos llegó a estar en la
pomada. Se prometió y se casó con la mina de sus sueños, y como buen judío, la
que hubieran querido sus padres.
El pibe prometía.
Feurbach lo sedujo desde el
principio. Y Strauss.
Descular a Hegel era el
desafío de la época. Daba en ese momento la sensación de que lo había explicado
todo.
Carlitos se hizo hegeliano de
izquierda. (algo que no le gustó para nada a sus padres, ni a sus suegros, etc)
Daría lo que me queda de vida
por saber quién le acercó El Principe. Cómo lo leyó, cómo generó toda su
teoría.
Lo cierto es que un buen día
Marx se apareció con una manera de ver las cosas que lo alejó definitivamente
de cualquier posibilidad de que lo acusaran de filisteísmo.
Quizás porque leía mucho, en
una de esas porque también se acordaba de lo que leía, pero lo cierto es que
rejuntó un montón de datos y de teorías y se apareció con algo nuevo. Fue el
único de los hegelianos de izquierda que pudo articular una teoría alternativa
al hegelianismo, no al pedo Feurbach y Strauss no te suenan.
Hegel había puesto las cosas
de manera tal que parecía que tenían un sentido. Una dirección.
La dirección general era en
el sentido de que cada individuo parecía tener un propósito individual que se
acoplaba más o menos serenamente a un sentido general de la existencia.
El propósito general de la
historia de la humanidad era generar un individuo. Lo que Nietzsche llama
espíritu libre.
Porque obviamente era humano
(demasiado humano, como diría Fede) y por lo tanto ajeno a cualquier
trascendencia.
Marx solucionó todo ese
complejo asunto (sobre el que Freud reincidiría) llamándolo Superestructura.
Como en la lección de
anatomía, donde el dedo señala lo que queda del ser humano pasados su estatus
social, su vestimenta, su opinión y también su estupidez, Carlitos curioso se
toma el trabajo de disecar el organismo social y revelar ante la luz de la
razón sus secretos. El dedo es el capital. (me refiero al libro).
Como él dice, puso a Hegel
patas arriba. Lo que definía al individuo no era ningún espíritu. Era la
realidad concreta.
No serían ángeles los que
condujeran a la humanidad a dar su próximo paso, eran obreros.
Hasta yo lo acuso de
positivista, pero fue un tipo adelantado a su tiempo. Vio con claridad y a lo
lejos.
Mucha gente que lo siguió,
aún así de haberlo entendido, no lo entendió del todo.
Por eso después nos
encontramos, más adelante, con gente que ya no pretendía traernos la voz de los
ángeles, sino la de los obreros. En nombre suyo, los obreros debían callarse y
aprender lo que tenían que decir.
Obvio, la iglesia católica
duró dos mil años, (en realidad 1700) y éstos duraron mucho menos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario