sábado, 25 de febrero de 2012

Breve historia de Marx


                    Breve historia de Marx

 

A Karl alguien le hizo creer desde muy chiquito que era muy inteligente. Seguramente su papá, pero no fue el único.

Como a Lenín, como a tantos en esa época, la universidad y la adolescencia lo cambiaron.

Estaba de moda Hegel en ese momento. En Alemania principalmente.

Y por lo tanto, la presentación del individuo como alguien que debía ser genio. Ser Alguien.

(Cuando la moda llegó a Rusia, Dostoievsky escribió Crimen y Castigo, el dolor de intentar ser Napoleón.)

Carlitos llegó a estar en la pomada. Se prometió y se casó con la mina de sus sueños, y como buen judío, la que hubieran querido sus padres.

El pibe prometía.

 

Feurbach lo sedujo desde el principio. Y Strauss.

Descular a Hegel era el desafío de la época. Daba en ese momento la sensación de que lo había explicado todo.

Carlitos se hizo hegeliano de izquierda. (algo que no le gustó para nada a sus padres, ni a sus suegros, etc)

Daría lo que me queda de vida por saber quién le acercó El Principe. Cómo lo leyó, cómo generó toda su teoría.

 

Lo cierto es que un buen día Marx se apareció con una manera de ver las cosas que lo alejó definitivamente de cualquier posibilidad de que lo acusaran de filisteísmo.

Quizás porque leía mucho, en una de esas porque también se acordaba de lo que leía, pero lo cierto es que rejuntó un montón de datos y de teorías y se apareció con algo nuevo. Fue el único de los hegelianos de izquierda que pudo articular una teoría alternativa al hegelianismo, no al pedo Feurbach y Strauss no te suenan.

 

Hegel había puesto las cosas de manera tal que parecía que tenían un sentido. Una dirección.

La dirección general era en el sentido de que cada individuo parecía tener un propósito individual que se acoplaba más o menos serenamente a un sentido general de la existencia.

El propósito general de la historia de la humanidad era generar un individuo. Lo que Nietzsche llama espíritu libre.

Porque obviamente era humano (demasiado humano, como diría Fede) y por lo tanto ajeno a cualquier trascendencia.

Marx solucionó todo ese complejo asunto (sobre el que Freud reincidiría) llamándolo Superestructura.

Como en la lección de anatomía, donde el dedo señala lo que queda del ser humano pasados su estatus social, su vestimenta, su opinión y también su estupidez, Carlitos curioso se toma el trabajo de disecar el organismo social y revelar ante la luz de la razón sus secretos. El dedo es el capital. (me refiero al libro).

Como él dice, puso a Hegel patas arriba. Lo que definía al individuo no era ningún espíritu. Era la realidad concreta.

No serían ángeles los que condujeran a la humanidad a dar su próximo paso, eran obreros.

Hasta yo lo acuso de positivista, pero fue un tipo adelantado a su tiempo. Vio con claridad y a lo lejos.

Mucha gente que lo siguió, aún así de haberlo entendido, no lo entendió del todo.

Por eso después nos encontramos, más adelante, con gente que ya no pretendía traernos la voz de los ángeles, sino la de los obreros. En nombre suyo, los obreros debían callarse y aprender lo que tenían que decir.

Obvio, la iglesia católica duró dos mil años, (en realidad 1700) y éstos duraron mucho menos…

 

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