La construcción del símbolo y la
construcción de la estructura.
La
tarea autoimpuesta de la construcción del símbolo está probablemente ligada a
la necesidad de patear algo en vez de alguien.
La
construcción de la estructura está ligada a la ilusión secretamente guardada de
que el orden en que se presentan ante mí los símbolos contenga dentro de sí un
orden superior, menos inestable que el que presentan los símbolos entre sí ante
mi mirada. [1]
En
la medida en que confiamos en quienes nos precedieron en la tarea, como dije
antes, autoimpuesta, tendemos a aceptar las estructuras de símbolos que nos
presentan como modelo, no sin ciertas rebeldías.
Es
ahí donde la ciencia reemplaza a la religión.
En
realidad, los símbolos son pateados en cuanto no encajen en la estructura.[2]
Estamos
pasando socialmente por un equivalente de la cría de niños en los ´70. Dejálos
expresarse, que sean libres.
Así,
las imágenes por celular. Hasta la crisis de Irán está en Youtube.
No
es que ya no haya represión. Es que al que te reprime le pateás la cabeza por
televisión. No necesitás saber cantar ni tener un cuerpo fantástico para ser
famoso. Solamente basta conque le pegués una patada en la cabeza a un policía
delante de tu amigo que te sostiene el celular.
Como
en los children de los ´70s, ahora la única represión posible es la legitimada
por el pueblo en la calle.
Los
símbolos que consiguen ser pateados de la estructura son destruidos o retornan
bajo otra evocación, hasta ser integrados en las estructuras del yo o hasta que
forman un negado núcleo cuya integración causaría una incompatibilidad con las
estructuras previas y una total reacomodación y rejerarquización de las mismas.
La
presión psíquica que esos negados símbolos y las negadas estructuras que
evocan, provocan en el andamiaje de cada yo, marcan la "sensación
atmosférica" revolucionaria en cada persona social.
La
presión puede ser aliviada por medio de sustitutos o vehículos que la
descargan. En la medida en que esa presión individual aumenta, el individuo
crea modos de descargarla, y las instituciones también.
Así
dan lugar a una evolución que consiste básicamente en la proliferación de tales
nuevas instituciones (algunas de las cuales son negadas y retornan bajo otros
nombres, etc) hasta que el cambio cuantitativo produce uno cualitativo, la
perduración y expansión de tales nuevas I entra en conflicto irremediable con
las anteriores.
La
corrección modulada interinstitucional es la que produce el equilibrio (y el
desequilibrio, cuando se produce) social.
La
evolución resultante marca una línea que puede ser seguida a través del tiempo,
y que resulta a un tiempo continua y discontinua.
Es
evidente que ciertas características humanas nos permiten decir que la
humanidad no cambia. Siempre siente necesidad de afecto, se expresa, produce
choques de culturas, en fin, ama, caga, silba, eso.[3]
Pero
la manera en que ama, caga o silba el hombre contemporáneo ya no es la misma
que la del imperio romano. Las instituciones tales como la familia, el tipo de
vivienda, las relaciones interpersonales, se han ido transformando, adaptándose
a la evolución social y alquimizando al hombre desde su interior.
La
protección que el entorno social brindaba al hombre en los principios del
estado esclavista, y cuya precariedad perdura hasta los comienzos del estado
capitalista, veasé el far west y el martín fierro, ha cambiado hasta invadir
totalmente la intimidad humana.
Si
un cambio desde el homo sapiens hasta ahora ha sucedido en la historia del
hombre es cuando ha perdido la capacidad de sobrevivir sin el estado.
Así
llegó a necesitar nueve meses de gestación y años de incapacidad hasta llegar a
la edad adulta. Esa incapacidad para sobrevivir sin el apoyo de la familia y
luego del estado del cazador primitivo, ha cambiado hasta sustituir toda posibilidad
de sobrevivencia fuera de la comunidad. A cualquier edad.
La
polaquita Rosa Luxemburgo decía, y Trotsky repetía, o socialismo o barbarie. El
hombre contemporáneo no puede sobrevivir en la barbarie. Su única posibilidad
está en desarrollar el socialismo, esto es, dominar el estado como una
herramienta puesta a su servicio. Para ello no debe esforzarse tanto en
quitarla a sus antiguos poseedores ni en desarmarla como instrumento de
opresión de clase, como en el primitivo capitalismo descrito por Marx.
En
cambio, debe esforzarse por desalojar de su vacante trono al homo sapiens y reemplazarlo por el homo
humanitas, el hombre consciente de su otro yo humanidad.
El estado
post-capitalista será el estado absorbido por las comunidades. La torre de
babel, el discurso único que desaparece para dejar lugar al discurso de todos.
Vale decir, olvidarse un poco del estado como símbolo y apropiárselo como estructura, jaja.
[1] “En efecto, si se suponen, en la
cadena ininterrumpida de la representación, impresiones, las más simples
posibles y que no tengan entre ellas el menor grado de semejanza, no habrá
posibilidad alguna de que la segunda haga recordar la primera, la haga
reaparecer y autorice así su representación en lo imaginario; las impresiones se
sucederán en la mayor diferencia —tan grande que ni siquiera podrá ser
percibida ya que nunca podrá una representación tener la oportunidad de fijarse
en un lugar, de resucitar otra anterior y de yuxtaponerse a ella para dar lugar
a una comparación; no se
dará la
mínima identidad necesaria para cualquier diferenciación.
El
cambio perpetuo se desarrollará sin punto de referencia en la perpetua
monotonía”
Foucault. Las palabras y las cosas.
[2] Moraleja: La única
posibilidad de construir una cultura súper humana está en la disminución
absoluta de símbolos pateados. Empecemos por el no al racismo, al sexismo, al
nacionalismo...
Y
un uso racional del poder que tenemos en nuestras manos para educarnos y
mejorarnos con miras a una mejor raza humana sin necesidad de alterar el genoma
humano excepto para acabar con la lepra.
Volvamos
a actuar como tribu. En vez de darle tanta guita a la investigación en las
ciencias duras demos mas guita para educación.
[3]… “tiene lugar en un mundo marcadamente distinto
del actual. Las pasiones de las gentes son las mismas, aunque no sus
condiciones. Encontré fascinantes diferencias y similitudes”… Los pilares de la
tierra. Ken Follet, pag 1.
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